jueves, marzo 30, 2006

¿Por Qué los Pastores Evangélicos Pueden Casarse?

La Biblia indica claramente, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, que el matrimonio no está prohibido para quienes quieren agradar a Dios, ni siquiera para quienes quieren servir a Dios a tiempo completo. El Nuevo Testamento lo dice con claridad cuando establece los requisitos para los oficiales de la iglesia. Es necesario, pues, que no se le pueda reprochar nada al obispo. Marido de una sola mujer... Un hombre que sepa dirigir su propia casa y cuyos hijos le obedecen y respetan (1 Timoteo 3:2-4). Esta es la misma regla que se da a los diáconos: Los diáconos deben ser hombres casados una vez solamente, hombres que sepan dirigir a sus hijos y su propia casa (3:12). Los sacerdotes del Antiguo Testamento también tenían libertad para casarse, y por lo general se casaban, al igual que los líderes de la iglesia del Nuevo Testamento.
Además, aunque Dios condena severamente toda relación sexual entre personas que no están casadas entre sí, El explica que el contacto sexual entre personas casadas no es pecado. Más bien, El ordena a cada persona en la unión matrimonial que se dé a sí mismo, o a sí misma, al cónyuge. ¡Cuidado con las relaciones fuera del matrimonio! Que cada uno, pues, tenga su esposa y cada mujer su marido. El marido cumpla con sus deberes de esposo y también la esposa. La esposa no dispone de su propio cuerpo, el marido dispone de él. Del mismo modo, el marido no dispone de su propio cuerpo, la esposa dispone de él. No se nieguen el derecho del uno al otro, sino cuando lo decidan de común acuerdo, por cierto tiempo, con el fin de dedicarse más a la oración, pero después vuelvan a juntarse (1 Corintios 7:1-5). Este pasaje explica claramente que la falta de deseo en algún momento, o aun la idea de que el sexo es pecado, no es razón suficiente para que una persona casada prive a su esposo o a su esposa. Dios quiere que los casados encuentren satisfacción en el hogar, para que sean fortalecidos contra toda tentación externa.
En Efesios 5:22-23, Dios escogió la relación entre esposo y esposa como ejemplo de Su relación con los creyentes. El dijo: Que las esposas se sometan a sus maridos como al Señor. En efecto, el marido es cabeza de su esposa, como Cristo es cabeza de la Iglesia, cuerpo suyo, del cual es asimismo Salvador. El pasaje también ordena a los esposos que amen a sus esposas y que las traten con ternura, con la misma bondad con que ellos se tratan a sí mismos. Debemos someternos a Cristo, así como la esposa debe someterse a su esposo, y El nos cuida de la manera en que El quiere que un esposo cuide a su esposa. El uso de esta comparación muestra que Dios aprueba el matrimonio.
Es cierto que la persona soltera tiene mayor libertad para hacer la obra de Dios, y la Biblia lo dice claramente, pero pone esta afirmación en equilibrio con la enseñanza de 1 Corintios 7:9: Pero, si no pueden dominarse, que se casen; porque más vale casarse que estar ardiendo. Así pues, aunque permanecer solteros es la mejor forma en que algunos sirven a Dios, no es la mejor forma para todos. Por esa razón, Dios permite que cada persona se case o no, según sea lo mejor en su caso.
La Iglesia Católica sostiene que Pedro fue el primer obispo de Roma y el primer papa; sin embargo, en Mateo 8:14 y en 1 Corintios 9:5 vemos claramente que él era casado. Puesto que la Biblia no ordena el celibato para los líderes de la iglesia, y la Iglesia Primitiva no lo practicaba, obviamente no es un mandamiento de Dios para todos los que quieran servirle a tiempo completo. Esta orden fue impuesta a los sacerdotes católicos romanos por algunos sínodos (Elvira, Orange, Arles, Agde, Toledo) y por el Concilio Lateranense de 1139, básicamente para eliminar el nepotismo en la iglesia romana, la que controla gran cantidad de propiedades que algunos de los sacerdotes preferían legar a sus hijos.
Esta condición no existe en la mayoría de las iglesias protestantes, de modo que ha sido mínima la necesidad de esta clase de regulación. Además, muchas iglesias protestantes tienen una organización demasiado democrática para poder imponer una regla que no tiene base bíblica. La Iglesia Católica, como empleadora, tiene el derecho de exigir el celibato como requisito a algunos de sus empleados; sin embargo, muchos sacerdotes no pueden seguir toda su vida sin tener relaciones sexuales. Dios considera que estas relaciones son sumamente pecaminosas cuando son practicadas por quienes no están casados (1 Corintios 6:9-10, 18; Hechos 15:28-29; Apocalipsis 21:8). Los sacerdotes que no pueden resistir, no sólo serán condenados con más severidad por Dios, sino que también escandalizarán a muchos en su iglesia, y arrastrarán a otras personas al pecado con ellos.

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